Etiqueta y ética de la disputa.
Tarde o temprano, cualquier persona tiene que entrar en una discusión, defendiendo su punto de vista y refutando las posiciones de otras personas. Es importante ser capaz de observar la delgada línea entre la discusión enérgica y el comportamiento conflictivo. Además, una persona educada y culta debe evitar hasta el más mínimo indicio de manipulación o recepción deshonesta.
Cómo argumentar correctamente
La etiqueta moderna regula tanto las disputas preparadas como las accidentales (no planificadas). Las reglas clave para cada uno de los litigantes son ciertas normas:
- No se puede desviar del tema original. Si la conversación se convierte en discutir otro tema, incluso uno muy cercano, préstele atención.
- Indique inmediatamente aquellas posiciones en las que está de acuerdo con su oponente. Señala lo que no aceptarás en ningún caso, de qué principios no te vas a desviar. Esto ayudará a evitar malentendidos y muchos momentos conmovedores.
- Ajuste su discurso y argumento al nivel del otro participante y audiencia, no intente demostrar su superioridad con términos complejos o palabras desconocidas para la mayoría.
- La ética de la disputa, por supuesto, prohíbe la sustitución de conceptos o el otorgarles un significado diferente.
- Introduce nuevos argumentos uno a la vez, no intentes derribar inmediatamente toda una "avalancha" de argumentos del otro lado.
Cómo no presentarse bajo una luz negativa
Una verdadera cultura de controversia significa que los contendientes admiten los errores que les señala una audiencia o incluso un oponente con principios.
Al no observar esta condición, reduce drásticamente la productividad de la discusión, provocando un conflicto entre la otra parte.
Cada argumento expresado por uno de los participantes debe ser cuidadosamente considerado y no descartado simplemente por su desacuerdo, antipatía hacia el hablante o creencias éticas.
Argumentación y evidencia
Este momento es especialmente importante, porque por la forma en que una persona argumenta su posición y se opone a la opinión de los demás, puedes entender inmediatamente:
- qué tan grande es su conocimiento en general y sobre el tema en discusión;
- si logra observar el límite que separa la simple convicción y asertividad de la rudeza;
- si el orador puede formular su posición correctamente, sin ofender a nadie, ni siquiera de forma velada;
- ya sea que el pensamiento se exprese claramente, o que el hablante mismo no represente la profundidad del tema de discusión y no pueda transmitir completamente sus tesis.
En cualquier caso, ya sea una conversación de negocios, un debate académico, una discusión televisiva o una discusión con familiares, es deseable utilizar pensamientos simples y formulados con precisión. Por lo tanto, será más difícil para el oponente en la disputa cambiarlos en una dirección favorable para ellos o cambiar la discusión a otro tema.
No digas nada de lo que no estés 100% seguro, incluso si realmente necesitas argumentos en defensa de una posición débil. Como último recurso, aclare de inmediato que solo está presentando una opinión, una suposición o información que no ha sido completamente verificada.
Las reglas de la disputa implican, entre otras cosas, que las declaraciones del oponente primero deben ser refutadas (o parcialmente aceptadas), y solo entonces uno puede desarrollar su propio pensamiento.Uno o dos argumentos expresivos y fuertes ganarán la discusión en lugar de una docena de pruebas aburridas, la mitad de las cuales, además, dirán poco incluso a los especialistas que no profundizan en el análisis de la discusión.
Si se propone una solución que no le gusta, primero debe enfocarse en sus ventajas y fortalezas. Solo entonces podrá señalar vulnerabilidades y consecuencias negativas.
De esta manera, reduce el riesgo de que su posición sea percibida como irrazonablemente crítica.
Algunos secretos de la "retórica negra" y la manipulación en la disputa, vea el video a continuación.